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SELECCIÓN DE LA RED DE PUNTOS
No existe un criterio de aplicación matemática para seleccionar puntos de encuesta en la confección de un atlas. A priori, cualquier localidad de un territorio puede ser objeto de investigación; pero estudiar todas las comunidades lingüísticas de una región extensa es prácticamente imposible, además de innecesario [1]. La realización de encuestas en todos los municipios no solo multiplicaría el material —complicando o imposibilitando la cartografía—, sino que, además, en el momento de delimitar isoglosas, nos encontraríamos con que lo recopilado se podría haber generalizado con una red menos tupida.
Algunos investigadores han tratado de sintetizar la elección de localidades en los atlas lingüísticos según distintos criterios. Montes Giraldo establece los siguientes factores [2]:
a) Que las localidades estén más o menos uniformemente distribuidas en todo el territorio.
b) Que los núcleos de encuesta sean lo suficientemente antiguos para que tengan una tradición lingüística común.
c) Que cada localidad tenga un mínimo de autonomía o vida propia.
d) Que haya posibilidades de acceso a la localidad.
Esos cuatro factores son indispensables en cualquier elección geográfica, aunque solo se estará en condiciones de delimitar una buena red de puntos —como un buen cuestionario— al terminar la investigación o, al menos, mientras esta se lleva a cabo.
Antes de comenzar las encuestas en Extremadura, realizamos una selección de 74 localidades distribuidas de la siguiente forma: 35 en la provincia de Cáceres, 36 en Badajoz y 3 en el norte de Andalucía. Sin embargo, ya desde el primer momento fuimos conscientes de los problemas que acarreaba tal selección, por lo que hubo que buscar una alternativa [3]. Definitivamente, la red quedó integrada por 58 puntos (30 en Cáceres y 28 en Badajoz) [4] y nos ceñimos exclusivamente al territorio administrativo extremeño.
Otro aspecto que conviene aclarar es que la selección no ha sido, salvo excepciones, inamovible. De hecho, en alguna ocasión, se han producido desplazamientos sobre la primera elección por distintos motivos. Por ejemplo, pensábamos recoger en el cuadrante noroccidental de la provincia de Cáceres el habla de Valverde del Fresno, pero finalmente preferimos realizar la encuesta en Eljas, núcleo bastante más conservador que Valverde por distintos motivos.
Los criterios que se han seguido para formalizar la red de puntos son los siguientes:
1. Distribución geográfica. Se ha pretendido que haya una distribución homogénea de los puntos en el territorio, sin grandes acumulaciones que dificulten la cartografía ni grandes áreas sin localidades de encuesta, excepto —como es lógico— en los despoblados naturales [5].
2. Presencia de todos los partidos judiciales. Administrativamente, Extremadura está dividida —como el resto de España— en entidades políticas más reducidas: los partidos judiciales. La intención ha sido investigar al menos una localidad de cada partido, lo que ha dado como resultado una distribución de los núcleos regular desde el punto de vista geográfico. Este procedimiento es el que se ha materializado en los trabajos de cartografía lingüística dirigidos por Manuel Alvar [6].
3. Preferencia en el estudio de localidades rurales. Las características del cuestionario hacían necesario el establecimiento de una red de puntos de marcado carácter rural. Dentro de esta red, se ha dado preferencia a los núcleos más pequeños sobre los mayores. Así, se ha preferido para la selección cartográfica Mesas de Ibor a Bohonal de Ibor, Villa del Rey a Brozas, o Cedillo a Alburquerque. Pese a todo, se han encuestado tres cabezas de partido judicial en la provincia de Cáceres (Logrosán, Montánchez y Garrovillas) y dos en Badajoz (Herrera del Duque y Olivenza).
Otro criterio que también ha influido en la determinación de la red ha sido la exclusión de localidades de nueva creación, muy abundantes en el valle del Guadiana y en la ribera del Tajo, que —interesantes lingüísticamente desde distintos puntos de vista— no deben seleccionarse para un estudio de geografía lingüística del tipo que aquí se presenta [7].
No ha preocupado el hecho de que algunas localidades ya hayan sido investigadas en el ALPI o en el ALEP. La red coincide en diez puntos con el primer atlas y en diecinueve con el segundo. En el caso del sur de Badajoz, así como en la frontera pacense con Portugal, es prácticamente imposible no coincidir con el ALEP, ya que los puntos tienen una situación estratégica.
Las localidades seleccionadas como objeto de estudio, con el número que aparece en el cartografiado, son las siguientes:
CÁCERES |
BADAJOZ |
Cc 100 Casar de Palomero |
Ba 100 La Codosera |
Cc 101 Eljas |
Ba 101 Puebla de Obando |
Cc 102 Ahigal |
Ba 102 Mirandilla |
Cc 103 Guijo de Galisteo |
Ba 103 Lobón |
Cc 104 Casas de Don Gómez |
Ba 104 Alange |
Cc 200 Segura de Toro |
Ba 200 Helechosa de los Montes |
Cc 201 Robledillo de la Vera |
Ba 201 Herrera del Duque |
Cc 202 Malpartida de Plasencia |
Ba 202 Orellana de la Sierra |
Cc 300 Portaje |
Ba 203 Medellín |
Cc 301 Ceclavín |
Ba 204 Baterno |
Cc 302 Garrovillas |
Ba 205 Campanario |
Cc 303 Villa del Rey |
Ba 206 Zarza Capilla |
Cc 304 Cedillo |
Ba 300 Corte de Peleas |
Cc 305 Monroy |
Ba 301 Olivenza |
Cc 306 Membrío |
Ba 302 Almendral |
Cc 400 Casatejada |
Ba 303 Fuente del Maestre |
Cc 401 Serradilla |
Ba 304 Cheles |
Cc 402 Mesas de Ibor |
Ba 400 Benquerencia de la Serena |
Cc 403 Torrejón el Rubio |
Ba 401 Puebla de la Reina |
Cc 404 Villar del Pedroso |
Ba 402 Retamal de Llerena |
Cc 405 Deleitosa |
Ba 403 Peraleda del Zaucejo |
Cc 406 Santa Marta de Magasca |
Ba 500 Valle de Santa Ana |
Cc 500 Aliseda |
Ba 501 Valencia de Mombuey |
Cc 501 Torremocha |
Ba 502 Higuera la Real |
Cc 502 Montánchez |
Ba 503 Calera de León |
Cc 600 Alía |
Ba 600 Usagre |
Cc 601 Berzocana |
Ba 601 Malcocinado |
Cc 602 Madroñera |
Ba 602 Puebla del Maestre |
Cc 603 Logrosán |
|
Cc 604 Escurial |
Además, en el verano de 1992 realizamos nueve encuestas piloto en la zona sur de la provincia de Cáceres: Santa Cruz de la Sierra, Aldeacentenera, Plasenzuela, Benquerencia, Santa Ana, Alcuéscar, Montánchez, Escurial y Madroñera [8]. Por último, durante la realización de las encuestas definitivas, efectuamos varias encuestas complementarias en distintas localidades extremeñas: Pinofranqueado, Caminomorisco, Casas del Monte, Casar de Cáceres y Bohonal de Ibor, en la provincia de Cáceres; y Magacela, en la de Badajoz.
CUESTIONARIO
El cuestionario utilizado está integrado —salvo en el apartado de fonética— por conceptos pertenecientes al mundo rural. De los cuestionarios usados en los distintos atlas lingüísticos se han escogido las partes relativas a las faenas agrícolas y las actividades ganaderas por considerar que son las más representativas para caracterizar la región desde el punto de vista etnolingüístico. Además, como se desprende de lo observado en otros atlas, esta es una de las parcelas más estudiadas, mientras que los trabajos realizados sobre otros campos semánticos son muy poco numerosos e incluso inexistentes (vida doméstica, partes del cuerpo humano, oficios, etc.). Otro aspecto que influyó en la decisión final de investigar la agricultura y la ganadería tradicionales fue el de la progresiva desaparición de muchas de las realidades que pertenecen a estos campos, por lo que se consideró urgente la recogida de lo que aún existiera o se recordara de esos ámbitos [9].
El cuestionario está redactado tomando como base el del ALEA, pero también se han consultado los de otros atlas (ALEANR, ALEP, ALECMan). En una primera redacción contenía 350 preguntas y se aplicó en nueve pueblos de la provincia de Cáceres durante el verano de 1992 (encuestas piloto). La conclusión teórica de esas encuestas se concretó en la insuficiencia del cuestionario planteado, así como en la necesidad de adecuar la formulación de la pregunta al ámbito de la encuesta. Con la experiencia de esas nueve entrevistas se redactó el cuestionario definitivo, que se compone de 567 preguntas y que está estructurado de la siguiente forma:
AGRICULTURA (1-205)
1. El campo. Generalidades (1-27)
2. Cereales. La siega (28-83)
3. Regadío (84-102)
4. Maíz (103-108)
5. Legumbres. La bellota (109-114)
6. Heno y guadaña (115-122)
7. Instrumentos de labranza (123-134)
8. El yugo (135-148)
9. El arado (149-173)
10. El carro (174-194)
11. El aparejo (195-205)
INDUSTRIAS RELACIONADAS CON LA AGRICULTURA (206-302)
1. Viticultura y fabricación del vino (206-242)
2. Aceituna y fabricación del aceite (243-261)
3. Fabricación del pan (262-288)
4. Horno de carbón (289-297)
5. El corcho (298-302)
GANADERÍA. VIDA PASTORIL. ANIMALES DOMÉSTICOS (303-472)
1. Pastoreo (303-326)
2. Ganado vacuno (327-346)
3. Ganado ovino (347-368)
4. Ganado caprino (369-375)
5. Fabricación del queso (376-383)
6. Ganado porcino. La matanza (384-409)
7. Ganado caballar (410-435)
8. Gallinas (436-447)
9. Palomas (448-451)
10. Conejos (452-455)
11. Gatos y perros (456-462)
12. Abejas. La colmena (463-472)
ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS (473-480)
FONÉTICA (481-567)
Fonética vocálica
1. Vocales tónicas (481-495)
2. Vocales átonas e iniciales (496-500)
3. Diptongos (501-513)
4. Hiato (514-522)
Fonética consonántica
1. F-, G-, J-, iniciales (523-526)
2. L-, N- iniciales. Grupos -LL-, -NN-, -RR- (527-535)
3. Grupos iniciales (536-540)
4. S- inicial latina (541)
5. Consonantes interiores (542-551)
6. S ante palabra siguiente (552-558)
7. Tratamiento de -it-, -ll-, -j-, -x- (559-563)
8. Consonantes finales (564-567)
Las preguntas recogidas bajo el rótulo de ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS poseían en el marco de la encuesta un valor práctico, ya que permitían el paso de cuestiones bien conocidas por los informantes (agricultura y ganadería) a otras sin una conexión lógica con lo anterior (fonética). Estas preguntas favorecían el análisis de la fonética de los informantes sin que existiera una perturbación en la estructura de la encuesta [10].
Las preguntas del cuestionario responden casi en su totalidad al tipo de preguntas indirectas denominadas por E. Dieth y H. Orton como NAMING, es decir, preguntas que buscan la respuesta por medio de una perífrasis [11].
Conviene hacer constar también que el número total de preguntas realizadas a los informantes es bastante superior al de los conceptos recogidos en el cuestionario, ya que muchas de ellas se desglosan en varias que recogen aspectos concretos. Así, por ejemplo, al interrogar por las aguaderas, también se preguntaba por el material de que están construidas y por el número de cántaros que contienen; al preguntar por el nombre genérico del cencerro, también se intentaban conseguir los nombres del más grande y del más pequeño; al preguntar por las coyundas, el frontil, la collera o el ataharre, también se hacía por el material de elaboración; al preguntar por la gavilla, se interrogaba por el número de manojos de que consta, etc. De la misma forma, otras cuestiones se recogieron sin que aparecieran expresamente formuladas en el cuestionario, en especial cuando la encuesta se efectuaba a un sujeto muy consciente del interés del estudio [12].
Por otra parte, algunos de los conceptos presentes en el cuestionario no han dado lugar a un mapa. Algunos —cuando existía un interés léxico— han pasado a formar parte de las informaciones adicionales que acompañan a ciertos mapas; en otros casos, se han habilitado láminas especiales para recoger el vocabulario en listas de palabras.
INFORMANTES
La selección de los informantes —como la de la red de puntos— ha estado condicionada por el tipo de cuestionario utilizado. Al tratarse de encuestas en las que se buscaban casi exclusivamente términos de agricultura y ganadería tradicionales, se hizo necesaria la colaboración de personas que conocieran a la perfección dichos campos. No eran útiles, por ese motivo, personas excesivamente jóvenes, pero tampoco las mayores que no hubieran trabajado en el campo. En líneas generales, los informantes se pueden catalogar, utilizando la terminología de Chambers y Trudgill [13], como NORM´S (nonmobile, older, rural males), que, por otra parte, son los habituales en trabajos de este tipo.
Se ha seguido el criterio del informante único, aunque siempre que ha sido posible —o cuando las circunstancias lo requerían— se han utilizado informantes secundarios.
La mujer nunca ha sido seleccionada como informante principal. Aun así, cuando en el ámbito de la encuesta se encontraba una mujer, se aprovechaba la ocasión para recoger sus testimonios, sobre todo para observar la fonética.
Las características buscadas en los informantes han sido las siguientes:
1. Nativos de la localidad.
2. Con edades comprendidas entre los 60 y los 80 años.
3. Analfabetos o con escasa instrucción.
4. Agricultores o de profesión relacionada con el campo.
5. Con ascendentes y cónyuge nativos de la localidad.
6. Poco viajeros y sin residencias prolongadas fuera del término municipal.
7. Con dentadura completa.
8. Con buen carácter, de inteligencia natural, sin problemas graves de salud, simpáticos y comprensivos.
El sistema puesto en práctica para acceder a los informantes ha tenido pocas variaciones: tras llegar a la localidad, nos entrevistábamos con algún representante local (alcalde, secretario del ayuntamiento o empleado municipal), al que explicábamos el objeto de la visita y pedíamos colaboración para que nos presentara a una persona con las características antes señaladas y un lugar en el que poder realizar la encuesta [14]. Si la persona recomendada no era la más indicada para conseguir los objetivos, se optaba por alguna de las siguientes soluciones:
a) Si el informante incumplía gravemente alguno de los requisitos, se le hacía una parte de la encuesta para ganar su confianza y pedirle luego que nos presentara a otro vecino.
b) Si el informante se negaba a prestar su colaboración, se volvía a recabar la ayuda de los responsables municipales.
En cualquier caso, lo que no es recomendable —a no ser que sea absolutamente necesario— es acceder directamente a los informantes, ya que entonces el grado de desconfianza, e incluso de rechazo, es manifiesto.
Los principales problemas con los que hemos tropezado en la selección de informantes han sido los siguientes:
1. Informantes influidos por normas lingüísticas ajenas a la variedad local [15].
2. Informantes que aparentemente no muestran influencias externas, pero que han residido fuera del municipio o han viajado con asiduidad [16].
3. Informantes con un nivel cultural apreciable o, a pesar de carecer de estudios oficiales, valorados positivamente por la comunidad. Son los denominados cronistas del municipio, «sabios locales» que conocen la historia del pueblo y las costumbres; en algún caso incluso se han preocupado de elaborar listas de palabras en el habla popular. Quizá estos sean los más peligrosos para los intereses de los dialectólogos, ya que pueden pasar inadvertidos si camuflan su forma de hablar para dar una sensación rústica [17].
De cualquier forma, los ayuntamientos suelen ofrecer buenos informantes.
ENCUESTA
Como se ha puesto de manifiesto en distintas ocasiones, la entrevista no constituye la situación comunicativa ideal, ya que la formalidad del marco de la encuesta proporciona una imagen distorsionada de la realidad lingüística [18]. Para intentar aminorar —en la medida de lo posible— el autocontrol al que los informantes se someten y minimizar los riesgos de la paradoja del observador, es necesario poner en marcha distintos mecanismos [19]. En nuestro caso, el hecho de utilizar un cuestionario compuesto casi de forma exclusiva por léxico rural ha sido de especial ayuda: los informantes se veían sometidos a un examen que —a medida que avanzaban las preguntas— se sabían conscientes de aprobar [20]. Además, entablar una conversación preliminar sobre cualquier aspecto que surja espontáneamente (fisonomía del pueblo, condiciones climatológicas, diferencias entre los tiempos antiguos y los modernos, etc.), utilizando rasgos fonéticos propios de la comarca y expresiones coloquiales, contribuye a aminorar la imagen fría que el encuestador —por el hecho de ser un completo desconocido— despierta en los lugareños. Son condiciones indispensables para llevar el interrogatorio a buen puerto que el informante confíe en el investigador y que se consiga un grado de naturalidad en el discurso.
La encuesta ha seguido el patrón marcado por el cuestionario: primero se hacían las preguntas relativas a la agricultura y a las industrias con ella relacionadas; después, las relativas a la ganadería y a los animales domésticos; y, por último, las componentes de la parte fonética.
Por lo general, la encuesta ha tenido una duración de dos días por localidad [21]. Aunque el cuestionario bien puede rellenarse en una sola jornada, es preferible tener dos contactos con el informante por varias razones:
- Para evitar un cansancio innecesario en los sujetos, que —evidentemente— no están acostumbrados a responder a un gran número de preguntas de una sola vez.
- Porque, después de un tiempo largo, el informante comienza a responder con brevedad, sin dar ya demasiadas explicaciones.
- Porque el segundo día se pueden matizar o corregir las informaciones dudosas de la jornada anterior [22].
En las localidades donde se han invertido dos días para rellenar el cuestionario, la encuesta se ha estructurado de la siguiente forma: el primer día se preguntaba sobre cuestiones relativas a la agricultura y las industrias relacionadas; el segundo se rellenaban las partes dedicadas a la ganadería y la fonética. No obstante, no han faltado localidades en las que —por motivo de las ocupaciones o compromisos del informante— se han tenido que invertir tres y hasta cuatro días (Torremocha, Puebla de Obando, Ahigal), así como otras en las que tan solo se ha podido permanecer durante una jornada, con sesiones de mañana y tarde o en una sola sesión continua (Puebla de la Reina, Ceclavín, Mesas de Ibor).
Con todo, la labor del dialectólogo no termina con la realización de la encuesta; falta todavía recorrer el lugar para fotografiar las realidades etnográficas que más interesen, además de oír a la gente del pueblo en situaciones informales y confirmar de esta forma los resultados obtenidos en el interrogatorio. Para esto último se recurría a las tabernas, al mercado o al parque público.
La estancia del investigador en los puntos de encuesta se puede resumir del siguiente modo:
1. Primer acercamiento a la localidad y sus inmediaciones para conocer los tipos de cultivo y la explotación ganadera, y así poder mencionar durante la encuesta lo que se ha visto y lo que se ha echado en falta.
2. Visita al ayuntamiento para explicar las intenciones y pedir colaboración.
3. Entrevista con el informante.
4. Recorrido por la localidad para tomar fotografías e intercambiar impresiones con otros habitantes.
Ámbito de encuesta
Lo ideal para desarrollar la encuesta con comodidad y tranquilidad es trabajar con el informante en un lugar lo más aislado posible, no solo para evitar ruidos, sino también para impedir las interferencias de terceras personas que puedan coartar la espontaneidad del sujeto.
Los ámbitos en los que se han llevado a cabo las encuestas han sido los siguientes:
1. Dependencias municipales (despacho de alcaldía, sala de reuniones del ayuntamiento, juzgado de paz, etc.). Son lugares ideales para recoger datos, a veces incluso más convenientes que el propio domicilio del informante, ya que se evitan las intromisiones de terceras personas y no se pone nunca en duda la intención y buena voluntad del investigador. En cierto modo, es como si la investigación contara con el apoyo institucional. Como contrapartida, se puede argumentar que quizá se dota a la encuesta de un carácter demasiado serio y oficial, que puede influir en la posición que adopte el informante respecto al encuestador. En este caso, el explorador debe tener suficiente pericia como para hacer de la conversación una actividad distendida y natural. Ante todo, tratábamos de hacer ver al informante que nuestro interés se centraba en las labores típicas de su localidad, y que sus formas de expresión —tan devaluadas por nuestra sociedad— tenían una importancia capital [23].
2. Domicilio del informante. Desde el punto de vista de la espontaneidad, este es el ámbito más idóneo. El informante está en su ambiente, rodeado de sus enseres habituales, en un mundo que conoce a la perfección. Sin embargo, todas estas ventajas se pueden tornar en inconvenientes si el sujeto no vive solo y sus familiares no comprenden cuál es el interés de la investigación. La mujer del informante, que, por regla general, se mantiene al margen de la encuesta o participa activamente en ella, puede convertirse en un obstáculo que haga peligrar el desarrollo del interrogatorio [24]. Realizar la entrevista en el domicilio del sujeto cuenta con la ventaja añadida de tener al alcance de la mano muchos objetos por los que se pregunta, con lo que se facilita también la labor de fotografía.
3. Lugar de trabajo del informante. También han sido utilizados como ámbito de encuesta aquellos lugares en que los informantes ocupan la mayor parte de su tiempo, lugares en los que —si no se está sujeto a un horario— la conversación resulta muy provechosa. En Ahigal, por ejemplo, la encuesta se desarrolló íntegramente en el taller de albardería que posee uno de los informantes, lo que facilitó la recogida del caudal léxico referente a todo tipo de herramientas y utensilios de carácter popular. Lo mismo ocurrió en Guijo de Galisteo y Garrovillas, donde las encuestas se desarrollaron en el cobertizo de una huerta y en un tinao, respectivamente.
4. Dependencias aisladas en el lugar de reunión habitual de los lugareños (hogar del jubilado, taberna, etc.). Únicamente se ha recurrido a estos lugares cuando no se han podido sustituir por otros más idóneos (Puebla de Obando, Campanario, Aliseda y Casar de Palomero) [25].
Tipos de encuesta
En la realización de este trabajo se distinguen los siguientes tipos de encuesta:
a) Encuestas piloto. Son las efectuadas con anterioridad al proyecto final. Durante los meses de agosto y septiembre de 1992 se ejecutaron nueve encuestas en otras tantas localidades de la zona central de la provincia de Cáceres con la intención de probar la validez del cuestionario y ajustar la formulación de las preguntas. Las poblaciones investigadas en aquella ocasión fueron Santa Cruz de la Sierra, Aldeacentenera, Santa Ana, Plasenzuela, Benquerencia, Madroñera, Escurial, Montánchez y Alcuéscar. El resultado de este trabajo se puso de manifiesto en la necesidad de ampliar el cuestionario, que en esos momentos contaba con tan solo 350 preguntas de términos agrícolas y ganaderos, y en la conveniencia de incluir otro cuestionario para recoger diversos aspectos fonéticos.
b) Encuestas base. Con esta denominación nos referimos a toda encuesta principal desarrollada en cada uno de los puntos. En la mayor parte de las localidades —en atención al criterio seguido del informante único— esta encuesta ha sido la única realizada.
c) Encuestas secundarias. Son las efectuadas para enriquecer o completar las informaciones de un primer sujeto. En unas ocasiones estas encuestas tienen un carácter totalizador (son una repetición íntegra del cuestionario); en otras son simplemente una elaboración parcial de algún aspecto concreto o de una de las parcelas en las que se divide el cuestionario [26].
d) Encuestas múltiples [27]. Logrosán y Campanario son las localidades en las que se llevó a cabo una encuesta con varios sujetos a la vez [28]. Aunque este sistema de encuesta múltiple tiene la ventaja de contar con el criterio de varias personas, presenta el inconveniente de que se tiene que prestar atención a discursos simultáneos, lo que a veces se convierte en un problema para transcribir.
e) Encuestas complementarias. El material cartografiado no es todo el conseguido mediante la encuesta. Por distintos motivos (imposibilidad gráfica, informaciones dudosas, etc.), no todos los puntos encuestados están presentes en la selección final ofrecida en los mapas. Las localidades de Pinofranqueado, Caminomorisco, Casas del Monte, Casar de Cáceres, Bohonal de Ibor y Magacela también han sido objeto de investigación.
TRANSCRIPCIÓN FONÉTICA
El procedimiento utilizado para transcribir los materiales ha sido doble. Por una parte, sobre el terreno, se efectuó una transcripción lo más fiel posible a las locuciones del informante, anotando todo aquello que resultaba alejado de la norma castellana y prestando especial atención a los fenómenos más destacados: tipo de /s/, tipo de /y/, realización del plural, pronunciación de la /x/ castellana y de sonidos combinados por fonética sintáctica (s+b, s+d, s+g, s+y) [29].
Después, a partir de la grabación íntegra de la encuesta [30], se transcribió, en sucesivas audiciones, el contenido de las cintas. Es decir, se han interrelacionado los métodos directo e indirecto de transcripción, aunque se le ha concedido mayor importancia a este último [31].
El alfabeto utilizado es el de la Revista de Filología Española, completado con los signos propuestos por Manuel Alvar en sus atlas lingüísticos. No obstante, se ha simplificado la complejidad de algunos apartados (tipos de /s/, tipos de /y/, vocales intermedias, etc.).
En un trabajo de este tipo la transcripción fonética resulta fundamental, especialmente en lo que se refiere a fenómenos concretos que permiten el trazado de isoglosas.
ORDENACIÓN DEL MATERIAL
Con el material transcrito en sus correspondientes cuestionarios, el siguiente paso en un estudio de cartografía lingüística es la elaboración de cuadernos de formas. Estos cuadernos contienen, en una ordenación geográfica, toda la información que posteriormente aparecerá en los mapas. Cada cuaderno está dedicado a una cuestión distinta con la anotación de las respuestas obtenidas en cada uno de los puntos visitados.
Cuando los datos se tienen debidamente ordenados, comienza la tarea definitiva para presentar el material: la cartografía.
El sistema de numeración utilizado en los mapas de este trabajo es el mismo que ya se ha puesto en práctica en los atlas lingüísticos dirigidos por Manuel Alvar. Cada pueblo está representado por la abreviatura oficial del Ministerio de Fomento que corresponde a su provincia (Cc en Cáceres y Ba en Badajoz) y por un número de tres cifras. Cada provincia ha sido dividida en seis sectores trazando una línea de norte a sur y dos de este a oeste, lo que ha dado como resultado las siguientes zonas: 100 (noroeste), 200 (nordeste), 300 (centro-oeste), 400 (centro-este), 500 (sudoeste) y 600 (sudeste).
Dentro de cada una de las casillas, la numeración de los puntos se ha fijado de izquierda a derecha y de norte a sur [32].
100 | 200 |
300 | 400 |
500 | 600 |
Clases de mapas
Según el contenido de los mapas del estudio cartográfico, se distinguen [33]:
a) Mapas lingüísticos. Presentan en transcripción fonética el léxico recopilado durante las encuestas (mapas puntuales o sintéticos) o una elaboración, por medio de símbolos especiales, de los aspectos fonéticos más sobresalientes (mapas analíticos).
b) Mapas etnográficos. Muestran, mediante símbolos, la distribución de las variedades etnográficas.
A partir de los mapas lingüísticos y etnográficos, se han confeccionado mapas de áreas léxicas correspondientes a conceptos cuyas respuestas presentan variantes que están distribuidas de forma más o menos homogénea en el territorio.