CARTOGRAFÍA LINGÜÍSTICA DE EXTREMADURA |
Cuestionario |
CUESTIONARIO
El cuestionario que he
utilizado en mi estudio cartográfico está integrado salvo en el apartado de
fonética por conceptos pertenecientes al mundo rural. De los cuestionarios usados
en los distintos atlas lingüísticos he escogido las partes relativas a las faenas
agrícolas y actividades ganaderas, por considerar que son las más representativas para
caracterizar la región desde el punto de vista etnolingüístico. Además, la experiencia
de otros atlas demuestra que es esta la parcela más estudiada, siendo casi inexistentes
los trabajos realizados sobre otros campos semánticos (vida doméstica, partes del cuerpo
humano, oficios, etc.). Otro aspecto que influyó en la decisión final de investigar la
agricultura y la ganadería tradicionales fue el de la progresiva desaparición de muchas
de las realidades que pertenecen a estos campos, por lo que consideré urgente la recogida
de lo que aún existiera o se recordara[1]. El cuestionario está redactado
tomando como base el del ALEA, pero también se han consultado los de otros atlas (ALEANR,
ALEP, ALECMan). En una primera redacción contenía 350 preguntas y se aplicó en nueve
pueblos de la provincia de Cáceres durante el verano de 1992 (encuestas piloto). La
conclusión teórica de esas encuestas se concretó en la insuficiencia del cuestionario
planteado, así como en la necesidad de adecuar la formulación de la pregunta al ámbito
de la encuesta. Con la experiencia de esas nueve entrevistas se redactó el cuestionario
definitivo, que se compone de 567 preguntas y está estructurado de la siguiente forma: AGRICULTURA 1. El campo. Generalidades
(1-27) 2. Cereales. La siega (28-83) 3. Regadío (84-102) 4. Maíz (103-108) 5. Legumbres. La bellota
(109-114) 6. Heno y guadaña (115-122) 7. Instrumentos de labranza
(123-134) 8. El yugo (135-148) 9. El arado (149-173) 10. El carro (174-194) 11. El aparejo (195-205) INDUSTRIAS RELACIONADAS CON LA
AGRICULTURA 1. Viticultura y fabricación
del vino (206-242) 2. Aceituna y fabricación del
aceite (243-261) 3. Fabricación del pan
(262-288) 4. Horno de carbón (289-297) 5. El corcho (298-302) GANADERÍA. VIDA PASTORIL.
ANIMALES DOMÉSTICOS 1. Pastoreo (303-326) 2. Ganado vacuno (327-346) 3. Ganado ovino (347-368) 4. Ganado caprino (369-375) 5. Fabricación del queso
(376-383) 6. Ganado porcino. La matanza
(384-409) 7. Ganado caballar (410-435) 8. Gallinas (436-447) 9. Palomas (448-451) 10. Conejos (452-455) 11. Gatos y perros (456-462) 12. Abejas. La colmena
(463-472) ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS
(473-480) FONÉTICA Fonética vocálica 1. Vocales tónicas (481-495) 2. Vocales átonas e iniciales
(496-500) 3. Diptongos (501-513) 4. Hiato (514-522) Fonética consonántica 1. F-, G-, J-, iniciales
(523-526) 2. L-, N- iniciales. Grupos
-LL-, -NN-, -RR- (527-535) 3. Grupos iniciales (536-540) 4. S- inicial latina (541) 5. Consonantes interiores
(542-551) 6. S ante palabra siguiente
(552-558) 7. Tratamiento de -it-, -ll-,
-j-, -x- (559-563) 8. Consonantes finales
(564-567) Las preguntas recogidas bajo el
rótulo de ACTITUDES SOCIOLINGÜÍSTICAS poseen en el marco de la encuesta un valor
práctico, ya que permiten el paso de cuestiones bien conocidas por los informantes
(agricultura, ganadería) a otras sin una conexión lógica con lo anterior (fonética).
Estas preguntas favorecían el análisis de la fonética de los informantes sin que
existiera una perturbación en la estructura de la encuesta[2]. Las preguntas del cuestionario
responden casi en su totalidad al tipo de preguntas indirectas denominadas por E. Dieth y
H. Orton como NAMING, es decir, preguntas que buscan la respuesta por medio de una
perífrasis[3]. Conviene hacer constar también
que el número total de preguntas realizadas a los informantes es bastante superior al de
cuestiones recogidas en el cuestionario, porque muchas de aquellas se desglosan en varias
preguntas que recogen aspectos concretos. Así, por ejemplo, al interrogar por las
aguaderas, también lo hacía por el material de que están construidas y por el número
de cántaros que contienen; al preguntar por el nombre genérico del cencerro, lo hacía
también por los nombres del más grande y del más pequeño; al preguntar por las
coyundas, el frontil, la collera o el ataharre, también lo hacía por el material de
elaboración; al preguntar por la gavilla, lo hacía por el número de manojos de que
consta, etc. De la misma forma, otras cuestiones han sido recogidas sin que aparecieran
expresamente formuladas en el cuestionario, en especial cuando la encuesta se efectuaba a
un sujeto muy consciente del interés del estudio[4]. Por otra parte, algunos de los
conceptos presentes en el cuestionario no han dado lugar a un mapa. Algunos, cuando
existía un interés léxico, han pasado a formar parte de las informaciones adicionales
que acompañan a ciertos mapas, o se han habilitado láminas especiales para recoger el
léxico en listas de palabras. [1]
Las preguntas relativas al carro se convirtieron en un verdadero calvario en muchas
localidades, ya que la mayoría de los informantes no recordaban los nombres de las partes
de que se compone. Me han dado la voz espinas para la denominación de los
radios, los varales eran confundidos con los puentes,
etc., por lo que no es de extrañar que en esos mapas existan lagunas importantes. Por
otra parte, la abundancia de formas verbales en pretérito imperfecto de indicativo, en la
transcripción de los informes del sujeto, revela que tales cuestiones son consideradas
arcaicas. [2]
Salvo excepciones, a los informantes no les explicaba con exactitud el verdadero motivo de
mi visita a su localidad. Aprovechaba las características del cuestionario para
convencerles de que se trataba de una encuesta para recoger información sobre agricultura
y ganadería tradicionales, aunque sí recalcaba que mi interés se centraba en conocer
los nombres de las realidades por las que preguntaba tal como se conocieran en la
localidad. Acceder a un núcleo rural para realizar una encuesta de agricultura no
extraña a nadie, pero descubrir desde el primer momento que el objeto es recoger el habla
de la localidad produce desconcierto, muchas veces no sólo entre los informantes, sino,
incluso, entre las autoridades municipales. [3]
J.K. Chambers y P. Trudgill, La Dialectología, Madrid, Visor Libros, 1994,
págs. 46-49. [4]
Durante las primeras encuestas me ayudé de un cuestionario auxiliar en el que llevaba
anotadas las preguntas para formularlas de idéntica manera en todos los puntos.
Lógicamente, con el paso del tiempo, el uso de ese cuestionario dejó de ser necesario.
Sobre este asunto véase José Joaquín Montes Giraldo, Dialectología general e
hispanoamericana. Orientación teórica, metodológica y bibliográfica, Bogotá,
Instituto Caro y Cuervo, 1987, pág. 99. |
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